Tras ésta marioneta de ojos huecos ya no queda nada mío.
Con el viento se acoplaron las palabras por decir
Como un alma perdida penó entre densos sembradios.
Nadé contra corriente y mis dilemas recayeron.
Cansinos sentimientos que asedian mis sueños.
Bajo el mirar de las farolas recorro un pedregoso sendero
siguiendo el cantar del ave de la que otrora fuera dueño.
En la ventiscada cima de mis pensamientos
volteo la vista atrás y miró el recuerdo de una despreocupada vida pasada
y el sangriento rastro de mis improperios derramados cual tinta de memento.
La indiferencia de la luz, la burla de la oscuridad, sólo soy una reputación ajada.
Qué me lleve el trino musical por los cielos de la desesperación,
recto cual bala certera u ondulado como arroyo turbio de aguas grises.
¿Cuanto más he de aguantar antes de que la vesania me arranqué de un jalón?
Por donde me lleve, sólo es un inútil intento de escapar de los tapices.
Al sentir la fría mano de una lluvia incipiente
acariciando mi rostro y desdeñando a mi corazón desbandado.
Sabré así que ha llegado el fin de un viaje tundente.
consiguiendo un pequeño descanso en el muro acolchado.
Al llegar el inminente amainar de la tormenta
se desnudaran ante mí, junto a un cielo rojizo,
las luces de una terrible realidad cruenta.
Y se convertira en odio, lo que antes había anhelado como regocijo.
Y en el incierto ocaso de mí agonizante razón,
sufriendo desde el nido espatarrada.
Me acompañará en su recuerdo en mi descenso a la locura
mi tan añorada avecilla descarriada.
Cansinos sentimientos que asedian mis sueños.
Bajo el mirar de las farolas recorro un pedregoso sendero
siguiendo el cantar del ave de la que otrora fuera dueño.
En la ventiscada cima de mis pensamientos
volteo la vista atrás y miró el recuerdo de una despreocupada vida pasada
y el sangriento rastro de mis improperios derramados cual tinta de memento.
La indiferencia de la luz, la burla de la oscuridad, sólo soy una reputación ajada.
Qué me lleve el trino musical por los cielos de la desesperación,
recto cual bala certera u ondulado como arroyo turbio de aguas grises.
¿Cuanto más he de aguantar antes de que la vesania me arranqué de un jalón?
Por donde me lleve, sólo es un inútil intento de escapar de los tapices.
Al sentir la fría mano de una lluvia incipiente
acariciando mi rostro y desdeñando a mi corazón desbandado.
Sabré así que ha llegado el fin de un viaje tundente.
consiguiendo un pequeño descanso en el muro acolchado.
Al llegar el inminente amainar de la tormenta
se desnudaran ante mí, junto a un cielo rojizo,
las luces de una terrible realidad cruenta.
Y se convertira en odio, lo que antes había anhelado como regocijo.
Y en el incierto ocaso de mí agonizante razón,
sufriendo desde el nido espatarrada.
Me acompañará en su recuerdo en mi descenso a la locura
mi tan añorada avecilla descarriada.
